Me voy pa’ la Habana y sí vuelvo más. . .

Por Miguel Lelo de Larrea

– Miguel Lelo de Larrea, favor de abordar.
Se escuchó en las bocinas de la sala del aeropuerto Internacional José Martí, sacandome de mis pensamientos y empecé a recordar las pláticas con amigos sobre Cuba, su historia, cultura, y actividades insitantes como lo que les contaré. . .

Viajé a Cuba, que está situada en el Caribe y tiene una superficie de 109.880 Km2 con casi 12 millones de personas.
La Habana, capital de la Isla, es una ciudad muy colorida con una cultura y un patrimonio arquitectónico colonial, imposible perderse el Capitolio gemelo como el de Estados Unidos.

Empezar el día con un sabroso desayuno de huevos al gusto, junto al malecón, para gozar de esa vista inolvidable de las aguas cristalinas del Caribe, te dan una paz que te hace suspirar.

En Cuba el tiempo pasó o se quedó atrapado según vi, en las “maquinas” que son esos conservados automóviles  de los años 50 y sus llamativos colores dignos del trópico americano e ingenio cubano que le meten mano para mantenerlos funcionando.

La hora de la comida es sagrada para todo ser viviente, así que hay que dejarse consentir en el viejo hotel de la Habana Vieja, con la recomendación que te da el mesero del menú tradicional y ya para digestivo – “desempence” un “mojito”.

Cubita la bella, de día y de noche

Por las noches empieza un gran ambiente de fiesta, diversión y bohemia; “La Bogeguita de en Medio”, es el lugar ideal para ligar, bailar y sudar al ritmo de bongoes, guitarras y cantos del alma.

Al caminar por sus animadas calles descubrí los encantadores rincones que hacen que La. Habana sea un lugar tan especial, donde te puedes esconder con tu romance en turno.

La historia de Cuba se puede conocer en el Museo de la Ciudad y después de comer un “arroz con gris” la caminata continúa entre plazas  y edificios representativos de la capital Cubana, como el antiguo Palacio Presidencial, La Habana Vieja, el Parque Histórico Militar de Morro Cabaña, Centro Habana y Vedado.

Para conocer la Isla y a su hermosa gente se necesitaría más que un fin de semana, así que continuaremos compartiendo nuestros viajes.

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